jueves, 19 de agosto de 2010




Hace unos días, creo que fue en la época de la discusión sobre la ley de matrimonio igualitario, tuve un par de discusiones o charlas por facebook sobre temas relativos a la iglesia y las religiones. Es difícil, en esta época adicta al café, declarar simpatía por las religiones: sus representantes son corruptos, políticos, enfermos, imbéciles, en el mejor de los casos solamente personas que no entienden nada. Hay excepciones, por supuesto, pero estas excepciones no tienen ninguna representatividad: un cura copado no representa a la Iglesia, un buen instructor de yoga es una rareza frente al caudal de ñoños, chantas y cursis que flotan en la ciudad. Esto va acompañado de las modas: desde hace unos cincuenta años está de moda el ateísmo respecto a las religiones occidentales, desde hace un poco menos está de moda una lectura edulcorada respecto a las religiones orientales, que promueve un mercado conformista y concheto.




Y en el medio, uno lee los textos sagrados y se emociona. O hace yoga y medita y tiene experiencias zarpadas, impactantes. Y decide hablar, y tiene que decir la verdad: las religiones son algo hermoso, son joyas de la humanidad, pero joyas mal custodiadas u olvidadas en habitaciones viejas que se están viniendo abajo.

Pasa lo mismo con el arte.


En una entrevista, le preguntan a Bolaño sobre sus vaivenes entre definirse como un poeta antes que un escritor o viceversa. Y responde:

-En un país como Chile, donde hasta los expertos en poesía no tienen ni idea de qué es un dímetro coriámbico, resulta peligroso definirse como poeta. Digamos que a la gran mayoría de los, así llamados, poetas chilenos les basta con ejecutar (mal) y entender (peor) el blank verse isabelino. Añadamos que en Chile se baila la cueca del pentámetro yámbico no rimado, pero todo el mundo (académico) ignora las virtudes del endecasílabo suelto, que viene a ser lo mismo que el blank verse. Si somos hijos de tigre, ¿por qué nos comportamos como gatos?, se preguntaba Nicanor Parra. Cada día tengo más fundadas sospechas de que no somos, finalmente, hijos de tigre, sino más bien de gato. Y así nos comportamos, como mininos, y así nos va.

El asunto, se exprese como se exprese, es muy claro: hay que sacar al artista del lugar de pelotudo en que se lo puso. Y también al religioso. Creo que son más o menos la misma cosa: dedicar la vida a la creación artística, se lo justifique como se lo justifique, es o un juego o un acto de fe. Yo no voy a hablar del juego porque los juegos me aburren.


La creación artística y el trance religioso son más o menos lo mismo. El calor que sube por la columna hasta la coronilla, el ánimo exaltado, la lucidez extremada como si se estuvieran usando zonas del cerebro que no se usan habitualmente, una manera distinta de percibir los colores, los límites, cada cosa. No es algo muy místico ni difícil de entender: el arte y las experiencias religiosas generan situaciones corporales semejantes, siempre que haya cierto grado de receptividad.


Vuelvo a la discusión en facebook sobre religiones e iglesias. Discutía, contaba, con mi amigo Nacho, y yo trataba de explicarle que la iglesia es un asunto cultural y la religión no. Con algo que no es un "asunto cultural" me refiero a algo que puede ubicarse facilmente fuera del tiempo. Es la diferencia entre la poesía y la letra de canciones o la narrativa: la poesía no se lee desde el principio hasta el final, está más cerca de lo pictórico: uno necesita alejarse de un poema, recorrerlo varias veces con la mirada. Hay un recorrido visual, hay zonas fuertes y zonas débiles que no necesariamente se inter relacionan. Nadie lee poemas desde la primera palabra a la última, en una secuencia temporal, y listo, y terminó, y da vuelta la página. No hay un empezar ni un terminar: hay una situación afuera del tiempo. Es lo mismo la experiencia mística: un segundo puede profundizarse (prolongarse hacia adentro) infinitamente, ser insoportable o bellísimo, no importa. En realidad lo que me interesaba de todo este choclo era llegar a algo que me parece que ya evidencié: no puede hablarse de las religiones desde la cultura (ni desde las iglesias) porque la poesía es eso preciso que no puede traducirse. Y es la poesía lo que las religiones trabajan, y todo lo demás, lo de alrededor, es boludeces. Lo único válido es esa experiencia mística, poética, a esta altura da igual. Eso es lo que buscamos alcanzar en las clases de yoga. Alguien hablando de esta clase de experiencias es como un gato jugando con una piedra preciosa o como un bebé jugando con un reloj.

Hay, sí, que traducir. Pero no es muy difícil: entendamos a la iluminación como una instancia individual de la revolución.


Y pensaba en todo esto cuando me encontré con una entrevista a Juanele Ortiz en la que Tamara Kamenszain le pregunta cómo abordar el término "poesía". Me gustaría usar esta entrevista para tentar una aproximación a lo que intento con mis alumnos en las clases de yoga.

La poesía es la realización del estado de infancia que debe permanecer a través de todas las edades del hombre. Y llamo estado de infancia a esa frescura, sensibilidad, disponibilidad, a esa apertura hacia todo lo que aparece; hacia todo lo que parece viejo y es nuevo. Hasta la materia misma puede acceder a lo que llamamos vida, y la poesía es el descubrimiento de la realidad interior de las cosas.

- ¿Se puede hablar de temas poéticos?

No hay temas en poesía. Hay constantes poéticas pero la poesía puede ser lo menos temático. Se suele creer que el tema es algo objetivo que está frente al poeta y que este lo aborda. Pero la experiencia poética es una percepción, un sentimiento de ciertas zonas de la realidad que el conocimiento racional no abarca. La poesía es fundamentalmente descubrimiento. Esto no debe ser interpretado como que el poeta, que vive en una época determinada y está vinculado con los hombres y los hechos, no escucha la voz de su pueblo, esa voz que le permite tener una esperanza en la revolución.

- ¿Cual es la relación entre esa voz del pueblo y la poesía?

Es una relación profunda. El pueblo es la naturaleza. En general cuando hablamos de naturaleza nos referimos a algo muerto en el que el mundo vivo -animales, hombres- no participa. La poesía intenta hacer participar al hombre de lo natural. La reivindicación poética implica la reivindicación del hombre.



- ¿Cómo relaciona en su vida lo político y lo poético?

Como dice Cesaire "la poesía es revolución". Si la actitud política es como la definieron los griegos, todo lo que atañe a la ciudad, y la poesía es lo que ha nacido del hombre, cómo podría la poesía desinteresarse en las manifestaciones de éste. El poeta es el que ve el sufrimiento de una planta, de un insecto, el drama de la luz, cómo no va a ver el sufrimiento del hombre.

(...)



Me siento inclinado a la naturaleza en su virginidad. Pero no hablo de la naturaleza tomada en grande, sino de una hojita o de una brizna. Siento a través de la brizna toda la vida que está bullendo alrededor de ella. El tema serían las cosas naturales y no la naturaleza. Aunque por otro lado siento más el jardín como un acceso al más allá del jardín, a los horizontes, al infinito. Cualquier planta me sugiere la vida de relación que mantiene con su alrededor. Por ejemplo, la relación que hay entre la circulación de la savia y el canto de las aves o la hoja que se mueve al ritmo del canto musical del pájaro. Esto es por un lado comprobación y por otro -o como lo mismo- imaginación. Y la poesía sería frente a todo esto la voz del nivel humano entretejida a todas estas relaciones. Nosotros creemos que el ritmo, "la voz", es totalmente nuestra, pero resulta que también es de afuera. Y nuestra seguridad está dependiendo de ese ritmo.

(...)

- ¿Pero la propia experiencia de vida no le fue aportando mayor riqueza para la creación?

Sí, pero no en el sentido corriente en que se entiende riqueza, sino, paradójicamente, haciéndome más pobre para poder incorporar la riqueza de la pobreza. El budismo dice que "el hombre debe volverse límpido para que el universo sea más suyo". Cuando más despojados nos volvamos más acorde estaremos para fundirnos con la armonía múltiple y esencial del universo.



2 comentarios:

  1. como un bebé jugando con un reloj

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  2. Manu, tu profunda levedad hace que sea tan divertido leerte... tu irreverencia radical hace que todo a tu alrededor colapse...menos la experiencia . Que esta te alcance en cada instante para ofrendarte su beso sagrado

    adriana

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