miércoles, 14 de julio de 2010


Toda mi vida fui un insomne. Y más allá de que me guste la noche muchísimo más que el día, se trata de un problema profundo para cualquier cuestión práctica: trabajar en relación de dependencia, estudiar, tener una rutina estándar para mí siempre fueron utopías.


Cuando tenía pocos meses practicando yoga de manera regular fui dándome cuenta de a poco de que los ritmos biológicos se normalizaban, de que tenía energía durante el día y un sueño controlable durante la noche. Se volvió posible despertarme a la mañana y arrancar productivamente desde temprano.

Pero bueno, si tengo un acento y tengo que elegir donde ponerlo, va a ser en la belleza del insomnio. Regulemos nuestra nocturnidad. Elijamos ser felices, dejar de sufrir, que no es algo romántico ni estético: sufrir es horrible, padecer insomnio en la vida adulta es horrible. Pero es importante no olvidarnos de la noche. Durante cada segundo en que desarrollemos prácticas para regular el sueño, tengamos plena conciencia de la belleza de la noche.

Si bien la mejor receta que encontré para poder decidir cuándo dormir y cuándo estar despierto es hacer una o dos horas de yoga por día, fui dando con algunos consejos complementarios que vienen del kundalini yoga para que los tiempos de sueño no perturben nuestra sadhana, nuestra rutina diaria.

Lo primero es ir derribando el mito de las ocho horas de sueño. Perdemos mucho tiempo en las primeras etapas de nuestro sueño. Para la mayoría de las personas es normal estar preocupados, dar vueltas en la cama. Así se gasta mucho tiempo y energía. Posteriormente se ingresa en una etapa de sueño muy ligero o ensueño, que provoca más cansancio aún. Y después damos paso al estado más onírico: si bien a veces nos puede parecer que sirve de descanso, todo lo que experimentamos en sueños nos demanda muchísima energía, y por eso muchas veces nos levantamos a la mañana cansados. Lo que hay que alcanzar es un estado profundo, sin sueños. Solamente en esta etapa es cuando rejuvenecemos, nos recargamos, se renuevan las células del cuerpo, la respiración se normaliza, el oxígeno de la sangre se va limpiando, los músculos reposan sin tensiones, las articulaciones se lubrican, la mente hace silencio.




Cuando se alcanza una buena manera de dormir, hacerlo durante las supuestamente recomendadas ocho horas no es bueno. De hecho, después de entre cuatro y cinco horas y media de sueño, el ritmo de la respiración de modifica, pasando de una respiración larga y profunda a una variable, que desgasta el sistema nervioso. El estado profundo de sueño solamente dura dos horas y media como máximo, y cuanto más rápido podamos acceder a este estado profundo menos tiempo deberemos dedicar a las otras etapas. Obviamente, la mayoría de nosotros necesita cierto tiempo para poder entrar en este sueño profundo.

Un adulto que vive manteniendo un estilo de vida sano no necesita dormir más de cinco horas y media. Se dice que algunas personas que lograron disciplinar completamente sus hábitos de sueño consiguieron todos los beneficios de un sueño rejuvenecedor con nada más que 31 minutos.

Madame Curie y Edison, como otros científicos, tuvieron la costumbre de dormir "de a ratos", pero hicieron de la siesta una parte clave de su estrategia. Kennedy solía trabajar hasta las 3 de la madrugada y se levantaba a las 7:30. Yogui Bhajan recomienda a las mujeres tomar dos siestas de 11 minutos por día.




Seis consejos para prepararse para dormir:

1- Hacer ejercicio durante el día para que el cuerpo físico esté preparado para descansar. Es importante transpirar todos los días. Salir a pasear antes de dormir es un buen hábito.

2- No comer mucho, ni comidas pesadas, antes de acostarse. Si el estómago está lleno, el proceso digestivo nos mantiene con mucha actividad justo cuando todos los sistemas del cuerpo deberían detenerse y prepararse para el sueño. No cenar carnes, y si queremos comer carbohidratos es mejor hacerlo 3 o 4 horas antes de acostarnos.

3- Obviamente, hay que lavarse los dientes, pero también es importante cepillar la raíz de la lengua para eliminar las bolsas de mucosidad que se encuentran en la parte trasera de la garganta. Además esta rutina nos provoca arcadas, que provocan desprendimientos lacrimales, que previenen las cataratas.

4- No irse a la cama con sed. Tomar uno o dos vasos de agua antes de dormir, aunque eso provoque que tengamos que ir al baño durante la noche. Cuando el cuerpo está deshidratado demanda agua, y esta demanda transtorna la mente impidiendo el descanso y, a veces, causando pesadillas.

5- Lavarnos los pies en agua fría y secarlos vigorosamente con una toalla. Este proceso estimula 72.000 terminaciones nerviosas que están en las plantas de los pies y nos ayuda a preparar el sistema nervioso para la relajación y el sueño profundo. Después, pedirle a nuestras novias y novios que nos hagan un masaje en los pies.

6- Hacer algunos ejercicios de kundalini yoga o posturas sobre la espalda de hatha (lo ideal son las torsiones).




Después, tumbate boca abajo y girá la cabeza de modo que la mejilla derecha se apoye sobre la almohada. Abrí tu fosa nasal izquierda para traer energía refrescante, tranquilizante y calmante.

Respirá de manera conciente, larga y profunda por la nariz. Concentrate en ir alargando cada vez más las respiraciones. Para concentrarnos e ir limpiando la mente podemos usar un mantra: repetir mentalmente Sat con la inhalación, y Nam con la exhalación.

Después de algunas respiraciones, bloqueá con la mano tu fosa nasal derecha y respirá solamente por la fosa izquierda. Seguí haciendo las respiraciones cada vez más largas.




Cuando sientas que estás alcanzando una etapa preliminar al sueño girá sobre tu costado y continuá respirando hasta que te duermas. Es mejor dormir sobre el costado derecho ya que se pone menos presión sobre el corazón, mejora la digestión y se mantiene la fosa nasal izquierda abierta. Chequear que las caderas estén bien alineadas.



Secuencia para despertarse:

Mantené los ojos cerrados, inhalá profundamente y estirá los brazos hacia arriba, detrás de la cabeza. Respirá profundamente cuatro o cinco veces.

Estirate como un gato, doblá una rodilla hacia el abdomen y estirala cruzando sobre la otra pierna. Lo mismo, del otro lado. Es un buen movimiento para la circulación y el sistema nervioso, y se dice que equilibra el campo electromagnético.


Una vez que hiciste con los ojos cerrados todos los estiramientos, todavía estirado sobre la espalda, cubrí tus ojos con las palmas de las manos. Quedate mirando fijamente las palmas mientras las vas separando de tu rostro hasta 30 o 40 centímetros arriba. Esto permite que el nervio óptico se ajuste a la luz y la distancia y es un ejercicio que ayuda a mantener la visión fuerte.

Bajá tus manos y date un masaje con los dedos sobre la cara. Empezá por la frente con movimientos circulares y andá desplazándote desde el dentro hacia las sienes, por las mejillas y hasta la punta del mentón. Después presioná ligeramente tu nariz y orejas. Tomá algunas respiraciones profundas.



Ahora es bueno hacer una postura de estiramiento del kundalini yoga: estirá las piernas, levantalas unos 10cm. hacia arriba (incluso estando tapado con sábanas y mantas), estirá tus brazos y manos hacia los pies, mirá fijamente los dedos gordos de los pies y hacé una respiración de fuego durante un minuto. La respiración de fuego es una respiración seca, rápida (dos o tres por segundo), rítmica y continuada, sin pausas entre la inhalación y la exhalación, tirando del punto del ombligo fuerte pero relajadamente desde y hacia la columna, siempre con el pecho y el cuello relajado. Esta postura de estiramiento ajusta el punto del ombligo, que es el punto central o de enfoque para los 72.000 nervios. Es un tónico muy benefcioso para todo el sistema nervioso y digestivo, y refuerza las glándulas y los órganos sexuales.

Después del minuto de postura de estiramiento y quince segundos de descanso, llevá las rodillas hacia el pecho apretándolas firmemente con los brazos. Levantá la cabeza e intentá llevar la nariz entre las rodillas. De nuevo hacé respiración de fuego, entre 30 segundos y un minuto, bombeando con fuerza el ombligo. Esto estimula la apana, elimina las toxinas.

Todavía con las rodillas en el pecho, girá sobre el costado derecho y descansá uno o dos minutos. Esta postura fortalece el corazón.

Ya podés levantarte e ir al baño. Por ahora es mejor quedarse descalzo, así el cuerpo elimina mejor algunas energías electromagnéticas que se acumulan durante la noche. Al salir de la cama y empezar a interactuar con los objetos del mundo empezá a reencontrarte con las cosas y con vos mismo, centrándote para tu día. Este es un momento importantísimo y difícil.




Es bueno hacer caca cuando uno recién se despierta. Entonces podemos verificar cómo digerimos la comida del día anterior: si la caca flota, significa que el cuerpo absorbió todo el valor alimenticio y está eliminando lo que no se puede utilizar para construir sangre, huesos o tejidos. Si no flota, tu dieta o tu digestión (o las dos cosas) no están funcionando optimamente. También, si el color de la orina no es más oscuro que el oro podemos verificar la buena salud de los riñones.

Al lavarte los dientes, no olvides volver a lavar bien la base de la lengua. Durante la noche la boca se convierte en una superficie ideal para el desarrollo de las bacterias. Si no eliminás la acumulación de toxinas te la vas a tragar con el primer sorbo de agua del día: no te envenenes y lavate bien la boca con el cepillo frotando en todos lados, especialmente en el fondo de la lengua hasta que tosas o escupas ese moco peligroso para tu salud. Ahí hay dos pequeñas glándulas llamadas Glándulas de Mono, que segregan hormonas, y hay que limpiarlas. La mayoría de las personas toman agua antes de cepillarse, y tragan este moco lleno de bacterias y toxinas. Las lágrimas que provocan meterse el cepillo hasta el fondo, como dijimos antes, sirven para purificar los ojos y preservar la vista.





Antes de meterte en la ducha, si podés, masajeá tu cuerpo con aceite. El mejor es el aceite de almendras, que tiene muchos minerales y es absorbido rápido por el agua.

Y ahora viene el reto más grande: la ducha fría. Cuando el agua fría pega contra la superficie de tu piel, que tiene cuatro capas, toda la sangre va a correr desde la profundidad de tu cuerpo hasta la superficie, a modo de defensa, mejorando el riego sanguíneo. Esto se llama hidroterapia. Fortalece todo el sistema nervioso. Cualquier truco que te funcione para meterte al agua fría es bueno: a mí me gusta gritar.

Entrá y salí del agua cuatro veces, masajeando tu cuerpo hasta que ya no sientas el agua tan fría. Masajeá tus axilas (donde se encuentran muchos nervios) y la parte interior de los muslos (para estimular el nervio del sexo). Las mujeres también deben masajearse el pecho.

Si pensás hacer algunas posturas de hatha yoga por la mañana, podés aprovechar y calentar el agua de la ducha, para calentar los músculos y ahorrarte la entrada en calor. Pero para estos días de invierno recomiento salir directamente de la ducha fría: vas a ver cómo el cuerpo entra en calor en seguida, desafiando al clima frío.



1 comentario:

  1. Me encanta tu nuevo blog Manu. Y las notas son sublimes... Te llevaré para mi blog!

    un abrazo fuerte
    adri

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